22 marzo, 2011

Inclusión


En Perú se ha establecido la década de la Educación Inclusiva, del 2003 al 2012. Según el decreto supremo 026, se obliga a las instituciones educativas regulares a aceptar a estudiantes con discapacidad física e intelectual a un nivel leve o moderado. El estado promueve la inclusión.
Así mismo, el informe 127 de la Defensoría del Pueblo señala que “es necesario garantizar a los estudiantes incluidos materiales educativos adecuados y de calidad. (...)”. El mismo indica que de 82 colegios encuestados en el 2007 sólo un 6.1% de estos había recibido recursos y materiales educativos para la enseñanza de alumnos con discapacidad y un 82.9% de los directores de los colegios encuestados considera que su institución educativa no está preparada para recibirlos.
La experiencia en las aulas demuestra esta falta de preparación, tanto material como por parte de los profesores, e incluso falta de concientización de los alumnos y padres de familia.





    





Investigación: Rosario Seminario y Cristhian Rojas
Fotografía: Rosario Seminario

30 enero, 2011

Maranguita

Un grupo de más de 500 jóvenes entre los 14 y 20 años pasan sus días rodeados de canchas deportivas, granjas con pollos, patos y cuyes, un enorme comedor y una piscina. Sin embargo todos ellos viven detrás de un inalcanzable muro que los separa de las calles de Lima, de sus familias y amigos.


Cuando no observan estas paredes, la mayoría se preocupa por estudiar, aprender algún oficio y o practicar algún deporte como parte de un programa de reinserción social que promueve el Estado. Unos pocos han tratado de escalar estos muros pero siempre ha sido inútil, otros arman motines que son controlados al instante. Sin embargo este lugar permanece tranquilo la mayor parte del tiempo. Y a simple vista sólo se diferencia de cualquier colegio estatal por las pesadas puertas de hierro y los guardias de seguridad que las vigilan.

Tanto los internos como los trabajadores de este lugar saben que están en el Centro de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima pero la mayoría de la gente, los que están afuera en libertad, lo conocen como la Cárcel de menores “Maranguita”.









21 noviembre, 2010

Pepelucho

José Luís Ramírez Suárez tiene 42 años y dos hijos, un varón de 16 años que vive en Lima con sus tíos y quiere estudiar administración y una niña de 8 años que vive con él y su mujer en La Margarita, pueblo aledaño a Querecotillo, Sullana. Es Bananero desde 1983 y toda su familia se dedica a la producción de esta fruta.

Como la mayoría de comuneros, Pepelucho tiene menos de una hectárea de tierra (1/4 de hectárea), en el sector Palacio de Seda, tierras que heredó de su abuelo, don José Mercedes Suárez Juárez. Todos los días, excepto el domingo, se levanta temprano, viaja por la trocha en su moto hasta los campos de cultivo y a las 7 de la mañana ya está trabajando. Durante las siguientes 8 horas revisa cada planta de banano orgánico, cuidando que ninguna fruta se estropee para luego venderlas a una asociación exportadora. Él, como los demás bananeros, prefiere vender su fruta para exportación pues el precio, aunque no es muy gratificante, se mantiene estable durante el año. La fruta que no puede vender para exportación, la vende al mercado nacional.

Por la tarde, aproximadamente a las 4 pm, regresa a su casa y pasa el resto del día con su familia, viendo televisión y conversando con sus parientes quienes ocupan una misma cuadra del pueblo.